Día 8. Potsdam y Alexanderplatz

Potsdam es una ciudad que está al lado de Berlín, algo así como media hora en el tren. En realidad, es más antigua que ésta, pero la actual capital de Alemania creció bastante más y Potsdam terminó siendo el lugar de segunda residencia de los reyes.  De todas formas, ha sido mucho más que eso, ya que en uno de sus palacios, el Cecilienhof, se dieron varias reuniones entre los aliados luego de la segunda guerra que definieron el destino del país, y, supuestamente, fue allí donde, también supuestamente, Churchill dijo «hemos matado al cerdo equivocado».

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El palacio Cecilienhof. La estrella roja es recuerdo de los soviéticos.

Pero antes que eso, el rey Federico el Grande, levantó allí el Palacio Sans Souci, una construcción extraña: unos jardines enormes y una edificación original bastante sencilla de sólo doce habitaciones (luego se tuvo que ampliar, claro)  Es que este rey era un poco particular, sólo quería estar rodeado de la gente que le importaba, y esto debe leerse como sus amigos intelectuales.  La reina, por ejemplo, no tenía habitación allí. 

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Parte de los jardines y el palacio detrás

Definitivamente, este rey era bastante personaje. Había sido muy rebelde de joven, incluso lo habían encarcelado y obligado a ver la ejecución de su mejor amigo, escribió un libro contradiciendo a Maquiavelo, y, además, a sus soldados les hablaba en francés.  Decía que el alemán es un idioma de caballos, pero se ve que la gente por aquí no es muy susceptible, aún así lo consideran su mejor rey.

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Más de los jardines

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Los jardines aquí, en Sans Souci y Cecilienhof, son muy curiosos, ya que mezclan flores con verduras y aromáticas.  En los canteros no es raro ver convivir a un lirio con un tomate, o unos gladiolos con acelgas y albahaca. Además, si bien tienen todo cuidado, les gusta dejar que las plantas se desarrollen lo más libres posible, lo que a veces da una onda medio salvaje.
Además de los palacios, en Potsdam está el barrio holandés, una idea del padre de Federico para atraer a gente de ese país, pero que no le dio mucho resultado. De todas formas, quedó un lugar muy pintoresco.

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Otra puerta de Brandemburgo

También hay un parque muy bonito junto al río, donde, además de una muy frondosa vegetación, nos cruzamos con gente tomando sol completamente en bolas sin ningún problema.
El paseo por Potsdam puede llevar todo el día, o más si se quiere recorrer todo con más detalle y tranquilidad. Yo decidí regresar a Berlín, a pasar por Alexanderplatz.
Allí la tranquilidad de Potsdam se transformó en caos de ruidos y personas.  Le saqué unas fotos al reloj mundial (en realidad no sé como se llama) y a la torre de tv, y ya me senté a descansar un rato antes de emprender el regreso al depto.

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